Desde que nuestro querido y odiado dictador nos tachó a todos de “pobres mentales”, nadie confiesa abiertamente que lo es. Es un tabú que da vergüenza confesar a voz en grito.

Hay artículos, opiniones y posturas que se alimentan de las porquerías de la dictadura y que ofenden a las personas que llevan sufriendo de esta oprobiosa cosa desde medio siglo. Existen, también, una tupida red de pensadores y pensadoras guineanos, hijos, hijas y parientes o no de los hombres y mujeres de la dictadura que siguen un día sí y otro también insultando a la cara a los que somos hijos e hijas de campesinos sin patrimonio ni arrendamientos, pero con mucha honra.

Un enjambre de iluminados que han creado una malla desconocida de burlas e insultos en formato de defensa de nuestros derechos, pero lo que demuestran es que son pobres mentales. Yo sólo les pido, por favor, que hagan el esfuerzo de mirar hacía la profundidad de donde nacen las injusticias, taladren con sus miradas el suelo de problemas que nos crean la dictadura de sus padres y verán cuánta miseria e inmundicias humanas existen en Guinea y que empiecen ellos a limpiar este fondo lleno de roñas y bichos. Ahí está la auténtica plaga de asesinos, voladores de niñas de 17 años, secuestradores de libertades que ellos y ellas deberían empezar a denunciar. Probablemente por vergüenza y cobardía no lo hacen.

Escribo este suelto porque una chica, que un día su poderoso padre le dio buena educación a costa de la educación de otros, cuando ha regresado a Guinea Ecuatorial con sus “ideas importadas” lo primero que se le ha ocurrido es ensañarse con las victimas que sus propios padres crean. De esta chica pierdo mi preciosa tarde para hablar . No voy a decir su nombre para no hacerla publicidad.

Ya que quiere abanderar una sociedad justa debe asumir, primero que ella es producto de la injusticia y de los malos modos de la dictadura. ¡Cuántas chicas de su edad, también quisieron pasar por los buenos colegios en Madrid, Londres y Paris?. Que nadie me venga que no tiene nada que ver con lo que hace su padre. Si es verdad que quiera desmarcarse de la línea de su padre, cosa que dudo mucho, que empiece pidiendo perdón a las chicas de Guinea Ecuatorial que por el dinero de ellas se ha formado en los prestigiosos colegios y universidades del mundo. Pero, ella ni corta ni perezosa, viene a criticar la vida de las pobres familias guineanas que baten su existencia por debajo de 2 dólares al día.


Si no tiene nada que aportar en este camino de desmantelar la dictadura, que se calle. ¿Por qué viendo tanta mierda que ve, sólo emerge en sus delirios las críticas a las pobres familias que también les hubiese gustado tener una hija que escribe en la Gaceta de Guinea Ecuatorial?

Así no, para ser creíble ella debe empezar criticando estas estructuras del mal que sus padres han establecido en Guinea Ecuatorial. Que empiece a recorrer nuevos caminos. Es ella que ha pasados años y años en las grandes y prestigiosas universidades del mundo quien tienen que empezar a cambiar la vida social y política de Guinea Ecuatorial criticando a la dictadura origen de todos los males de Guinea. Le han dado la formación que negaron a otros y otras, y tiene el deber moral de sentirse agraciada y restablecer lo que sus progenitores han negado a otras familias. debo decirla que sus estudios han sido pagados por el dinero de todos los guineanos. muchos no pueden presumir de lo mismo.

Será una vergüenza que venga ahora a insultar a los pobres que viven masificados en una cárcel que es Guinea ecuatorial donde se les niega TODO. Que fumigue su mente, que se quite los miedos y las vergüenzas, que diga claramente que sus padres se equivocan. Todas las personas merecen tener sueños y oportunidades. Pero la dictadura guineana sólo ha dejado realizar los sueños y oportunidades de los hijos de hombres de la dictadura. Craso error. Hay demasiadas plagas que han de fumigar con regularidad y ver si después estas niñas de 17 años sieguen entregando sus vidas y sus sueños a los que pudieron ser perfectamente sus abuelos.

Hoy me he imaginado tener una larga charla y comida con las victimas de la dictadura guineana. En su totalidad, mujeres menores de 18 años, victimas tempranas de violaciones, con heridas todavía cosidas, la impotencia todavía presente. Casi todas ellas, cuando fueron engañadas y violadas, tuvieron que vivirlo todo en soledad, a un palmo y medio de la clandestinidad, tan solo en compañía de otras amigas pequeñas de su edad sin experiencia en nada. Son estos momentos en Guinea Ecuatorial, en los que el número de chiquillas víctimas de abusos alcanza ya cifras escandalosas y no pasan semana sin sobresalto, sin ¡suba al coche!, sin ¡toma dinero!, ni sin ¡quita la ropa!. A los postres, venimos a cerciorar que las cosas van empeorando y que ese maldito aire de la dictadura ha elevado sus grados de calor. Y todo esto viene de los que gobiernan y deciden los asuntos nuestros.

Si una hija de un prohombre de la dictadura, que ha estado viendo como su padre, amigos de su padre y este ejercito de satanás violan sistemáticamente los derechos de las mujeres guineanas, no ve verdugos y víctimas, diría yo que es una rematada imbécil. Lo repito, debería fumigar su mente y madurar mucho sus opiniones cuando habla de estas victimas. ¿Cree ella que nadie tiene valor para situarse al frente y liderar la repulsa a través del dolor que provocan cada vez que abren sus bocas?.

Es muy injusto, con todo, lanzar críticas desde fuera del lado de las víctimas. No son capaces de preguntar ¿Por qué una chica de 17 años, es capaz de meterse en una misma cama con un anciano?, sobre todo ¿Qué le deja a una niña de 16 años vender su precioso futuro a un viejo inútil y enfermo sin ningún mínimo de honradez?

No hace falta refrescar la memoria con pasajes vergonzantes: que en Guinea Ecuatorial no hay ninguna ley que proteja a menores, ni mucho menos la que protege a la mujer. Que muchos profesores aprueban a sus alumnas en la cama, y se les dan becas de estudios en los despachos ministeriales. Ni sea un descubrimiento decir que las oficinas de empleo son esos malsanos hoteles de Sipopo.

Me gustaría saber cuántas veces esta guineana escribe un artículo criticando a los verdugos, sus padres, aunque sea para disimular. Es muy fácil culpar a las victimas por su condición indefensa. Seamos serios ¿de qué nos quiere vender? ¿Sobre un articulillo soltando pamplinas? Y muchos se lo creen. ¿A ver si va ser verdad que la pobreza mental del que se nos cataloga el fundador es verdad?

Esa pandilla portadora del gen dictatorial sigue situándose más cerca de los verdugos que de las victimas; la justicia, si acaso, es lo más humano que se les puede pedir. Las víctimas no pueden salir del atolladero en que se encuentran, mientras las políticas de sus padres y de la que algunas como ella viven, está condenando a las mujeres guineanas a ser esclavas en su propio país.

Hay que recordar a los que critican a la mujer guineana y la situación en que vive que sus asesinos y sus voceros están mejor dentro del sistema que fuera. Hay algunas sinvergüenzas voces que se atreven a exigir la generosidad de las victimas. Y no ha faltado esa colmena de abejas que les acompañan con el murmullo.

Yo les recuerdo que no valen las componendas, que la mujer guineana tenga la edad que tenga es víctimas y sus verdugos y violadores son estos padres de la dictadura que todas las tardes realizan una correría en sus cómodos coches obligándoles a ser sus amantes. La recuerdo que hay una amiga que se tuvo que abandonar Guinea con 22 años por acoso de un ministro. Son violadores y el sitio natural de un violador es la cárcel. ¡Justicia lo mínimo que pedimos, justicia!

No hay que camuflarse de demócrata sin arrepentimiento. Quién no quiera entender que la mujer guineana es víctima de la dictadura y del sistema social que la dictadura ha impuesto, que no lo entienda.

Llevo leyendo sandeces de críticas a las guineanas, pero nadie se ha dignado preguntar por qué el sueño de nuestras hijas y hermanas se hunde en la casa de un mofletudo de la dictadura. Las víctimas son víctimas y no pueden de repente convertirse en seres visibles para mayor gusto de los y las cortoplacistas. La hija cuyo padre es ideólogo de la dictadura debería preguntar a su padre por qué tiene que ir a su oficina con un popo del PDGE, y por qué en Guinea Ecuatorial nadie va a la cárcel por violación.



Fuente: opinión

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