I. R.

Más de 20 años viviendo en Córdoba hacen que le dé risa que sus vecinos parezcan no entenderla al hablar. No es agradable, sin embargo, que le sigan haciendo sentir como una extranjera


CÓRDOBA. En su español claro se deja entrever el acento cordobés como en una muchacha de su edad nacida en la misma ribera del Guadalquivir. María de los Ángeles Ecoro Ayebunu lo hizo pero en el continente africano, en una provincia de nombre andaluz, Sevilla de Niefang, en Guinea Ecuatorial.

La suya fue una familia de guineanos nacionalizada española, de prole abundante (ella es la quinta de seis hermanos) y viajera casi por necesidad. Con la edad que tiene actualmente su hijo, recién superados los veinte años, llegó a Córdoba, donde entonces vivía parte de su familia y donde ahora preside la única asociación de mujeres extranjeras de la ciudad.

Tiene de su tierra natal el mismo número de recuerdos que después ha ido sumando de su vida en Córdoba, donde aún le hacen sentir que es, por derecho, una extranjera. «Al principio era normal porque había pocos negros, pero ahora molesta cuando la gente simula que no te entiende y hablas perfectamente el español», insiste Ángeles, cabeza visible de una entidad que da cobijo a medio centenar de mujeres procedentes de Ecuador, Colombia, Marrucos, distintos países africanos e incluso varias españolas.

Mantener y prolongar en la memoria de su hijo las raíces de la cultura en la que nació es uno de los objetivos que persigue esta asociación fundada hace cinco años y que, además, pretende ser un foro de encuentro para la interculturalidad, el mestizaje y un puente hacia la inserción laboral de muchas mujeres que, sintiéndose parte de esta ciudad como ella, se ven obligadas a vivir como inmigrantes de por vida.

Una cultura en valores

A través de distintos programas participan en los barrios de Córdoba dando a conocer su gastronomía, la moda de su país y sus valores. Su casa es también sede de esta asociación, que en más de una ocasión ha servido de cobijo para mujeres inmigrantes que llegaban a la ciudad con serias necesidades.

Ha trabajado en la construcción y en la limpieza, porque su color le limita las posibilidades. No así a su hijo, insiste, que es cordobés de nacimiento y sería un extranjero en Sevilla de Niefang. En su casa conviven el amor por la comida africana con el gusto por las pizzas y las hamburguesas y lo hace, explica esta guineana, en perfecta armonía. Sería fácil, insiste, sentirlo en sentido inverso.


Fuente: ABC - (22.02.2003)

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