Ese es el título de un interesante artículo de Sergio Ramírez que apareció hace poco en El País. En él, Ramírez describe la fascinación que, en todo el planeta, tienen los dictadores, los dictadorzuelos, los presidentes vitalicios y los que aspiran a serlo, por tener lujosos aviones para su uso personal.

El primero al que se refiere es el Sha de Irán, que mantenía una flota de aviones que parecían hoteles de lujo voladores, llenos de alfombras persas, cuadros de famosos pintores impresionistas y donde las llaves de los lavabos eran de oro puro. Si bien el Sha fue derrocado hace 20 años, da la impresión de que su fascinación por los aviones personales fue heredada por los mandamases de la actualidad.

Por ejemplo, el dictador de Guinea Ecuatorial (el único país de África de habla hispana), Teodoro Obiang, tiene desde 1998 un Boeing BBJ, un lindo avioncito con espacio para transportar 130 pasajeros y diseñado para volar largas distancias. Según reporta Ramírez, Obiang disfruta de interesantes comodidades en su nave aérea, como camas de agua y luces de cabaré.

Nigeria, un país africano con más de 130 millones de habitantes y octavo mayor exportador de petróleo del mundo, también merece el dudoso honor de tener un presidente adicto a los lujos voladores. Umaru Yar’Adua, primer mandatario nigeriano, que dispone de un Boeing 737-700 con las comodidades que se podría esperar de un hotel de lujo y de un centro de conferencias. Además, el avión presidencial tiene siempre un chef francés para atender a Yar’Adua.

Nigeria es un ejemplo del peor uso de la riqueza petrolera. A pesar de sus inmensas reservas de petróleo, tiene altísimos niveles de pobreza y ha vivido una historia plagada de violencia, tensiones étnicas y hasta una sangrienta guerra civil a comienzos de los años 70. Biafra, una palabra ligada a una de las peores hambrunas que presenció el siglo XX, es una región de Nigeria.

Pero fuera del África también hay fanáticos de las alas. En Kazajstán, un ex país soviético ubicado al norte de Afganistán y al sur de Rusia, su presidente Nursultan Nazarbayev vuela en otro confortable Boeing 737-700. Kurbanguly Berdymukhamedov, el presidente de Turkmenistán (vecino de Kazajstán), tiene un Boeing 767 que podría transportar 200 pasajeros.

Y el infinitamente reelegible Hugo Chávez viaja en un Airbus A-319-ACJ, una cómoda nave que, si no estuviera adaptada para los gustos presidenciales, bien podría llevar más de 120 pasajeros.

Y para rematar la historia, Daniel Ortega surca por los aires en un Boeing 707 con capacidad para 150 pasajeros. Pero en este caso, el avión no es de Nicaragua, sino que es arrendado y pagado por Venezuela, en lo que constituye una muestra más de la soberanía nicaragüense



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Fuente: opinion

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