Los que nos van a leer, que sepan que no estamos en contra de la iglesia; sino de la dudosa moralidad que los ministros del evangelio de Cristo exhiben a sus feligreses en Guinea.

La iglesia guineana cuenta con dos obispos actualmente, mientras se especula, eternamente, quién será el nuevo prelado de la diócesis de Ebebiyin –ya nadie casi piensa en ello-. Cosas pocas claras como lo que ocurre en este oscurecido país despiertan, ante las dudas, tanta expectación y curiosidad que llama la atención. Queremos conocer el alcance de la verdad de los rumores del nuevo obispo y la creación de las nuevas diócesis (otros rumores).

Es un misterio hoy por hoy conocer si hay que esperar un nuevo obispo o hay que esperar nuevos obispos y nuevas diócesis. Por lo menos, es lo que circula en un país donde la mentira, las suposiciones y el ‘Kongosa’, son medios de información social (ya que no hay prensa).

De esos dos obispos activos (aunque más inactivos que mi abuelo de 89 años); uno está casi muy cerca de presentar su jubilación, si no lo ha hecho hasta ahora; por su edad y su capacidad retrograda de llevar a la iglesia guineana a ninguna parte. Sobradamente conocido por su obsesionada amistad con los ricos de Guinea, capaz de desvelar cualquier pecado venial de sus curas y fieles con tal de recibir prebendas de los poderosos. Su incondicional apoyo a la dictadura y su ruda capacidad para dirigir una iglesia de cuatro fieles está sobradamente demostrado.

Tanto uno como el otro, al que hablaremos más pausadamente, son incapaces de trazar una línea de pastoral que atiende a miles de fieles (mujeres, jóvenes, niños, matrimonios jóvenes, separadas, jubilados, etc.) que languidecen entre la vida y la muerte, desorientados y desesperados. Incapaz de denunciar las mil atrocidades que el gobierno del dictador acometen a diario a sus congéneres (aunque es mucho pedir).

Los que los tratan saben de sobra su regresiva perdida de fe en Dios y en la misión que la iglesia le tiene encomendada y la creciente creencias en los valores mundanos y poco cristianos, en la riqueza petrodólar, ¡el evangelio y las bienaventuranzas al carajo!

El otro, más joven, pero con similares pretensiones, ha ocupado la diócesis de Bata después de que la Iglesia diera cuenta de que Sima está en la fase terminal. Una vez terminado su discreta estancia en la diócesis de Ebibeyin, donde engañó a ciegos y a videntes, se instaló en Bata y el sol de esta ciudad ha destapado su mediocridad; que el típico episcopado guineano esconde con maestría y prudencia vaticana.

Los que esperan milagros en la iglesia guineana se quedaron con muchas frustración de saber que éste también se alineo con la dictadura y de una manera vergonzosa. Echando en tierra la ilusión y la esperanza que el pueblo cristiano depositó en él en su elección como obispo de Ebebiyin (en Ebebeyín no se hablaba de otra cosa, sino del obispo joven). El pueblo de guinea quiere escribir una memoria de estos obispos para saber ¿Cómo de mal han tratado a la iglesia de Guinea y su feligresía? ¿Y que mal recuerdos tendrán de ellos?

Hay muchas cosas que comparten el episcopado guineanos y que preocupan a los fieles cristianos (que exigen algo más que decir misa), pero hay algo que empieza a disonar y que preocupa mucho a los creyente de esta diminutiva iglesia; la pérdida y el desprecio de la fe de nuestro líderes religiosos, mientras que hay una creciente creencia en el protagonismo, el dinero, poder, en la política vaga, en la envidia; en definitiva en los poderes mundanos que tanto Jesús denunció en su mensaje.

Signos de esta decreciente experiencia de fe profunda, no hay motivación por resolver la grave crisis de fe que viven los jóvenes cristianos de Guinea Ecuatorial, ni reorientar el verdadero sentido del sacerdocio y su misión en la comunidad eclesiástica guineana.

El jefe no es más que su amo, y los sacerdotes toman nota y caminan ciegamente en los mismos derroteros que sus obispos. Una experiencia de fe muy vaga y superficial. Curas sin ninguna otra actividad que celebrar misas y supervisar negocios, casas, taxis, bares etc.

La pregunta de mucha gente que hago mías en este sentido es ¿Cuál es el sentido de la vocación de estos sacerdotes? La conciencia de estos “hijos de Dios” debería estar desperdigado entre la incoherencia de sus vidas y su verdadero sentido de lo que ellos predican.

Sé que algún ‘insurgente’ saldrá a defender la labor de los sacerdotes guineanos y sus obispos. Diciendo sandeces, ¡claro está!, sin previa información del verdadero seguimiento de Jesús. No. No se trata de eso. Se trata de preguntar una y otra vez a la iglesia guineana ¿A qué juegan? ¿Quiénes son los verdaderos receptores del mensaje de Cristo? Los pobres, sin más retahílas. Cualquier justificación que sale de está afirmación, está llena de ardides y sutilezas.

No se le puede pedir cinco patas al gato y se labra la tierra con los bueyes que se tenga. Pero la pregunta es ¿qué tierra labra la iglesia guineana? ¿De que se beneficia el pueblo pobre oprimido de la pastoral de la iglesia guineana? Nada. Me da igual que estos se codean con los poderosos; mientras no olviden a los ‘pobres’ que dan precisamente el sentido a la vocación que dicen tener. Un sacerdote a demás de oficiar misa, tiene que hacer mucho más. Y ese algo más, son los pobres, los pobres y los pobres, por los que hay que luchar ¡carajo!.
Nuestra crítica quiere ser constructiva y cuando nuestra iglesia haga algo que sea digno de reconocerse, lo plasmaremos aquí en esta página; mientras que siga en esa dirección, recibirán las más despiadadas de nuestras críticas.




Fuente: PROPIA

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